miércoles, 2 de mayo de 2007

LA SALADA DE MADARIAGA RINDIÓ









Tal como prometimos en entradas anteriores, el pasado domingo 29 de abril emprendimos el camino rumbo a la laguna Salada Grande de General Madariaga, en busca del pejerrey. A las cuatro de la madrugada ya estábamos en la Ruta 2, lo que nos permitió estar dentro de la laguna cerca de las 8.30 de la mañana.
En esta oportunidad, el lugar elegido fue el Club de Pesca y Náutica "Gral. Madariaga", donde el grupo se sorprendió por la calidad y comodidad de las instalaciones. De todas maneras, sabemos que este espejo nos ofrece varias opciones, por eso les recomendamos visitar el sitio web http://www.madariaga.gov.ar/Lagunas.htm donde podrán conocer los diferentes complejos turísticos de la zona.
El equipo de Ni un pique se hizo al agua con cinco socios fundadores (Gustavo, Jorge, Sergio, Ricardo y Gonzalo) y el flamante socio adherente conocido como el “Mendo”. Para movernos dentro de la laguna utilizamos nuestro semirrígido “Amanecer” con motor de 35 caballos, llevando a remolque un bote de alquiler. Queremos aclarar que, dadas las grandes dimensiones de La Salada, no recomendamos esta opción porque el traslado se torna excesivamente lento, lo que impide recorrer bien las diferentes zonas de pesca.

La cosa no arrancó bien

Cerca de las 9 de la mañana llegamos al centro de la Laguna, tiramos el ancla e hicimos los primero intentos. Probamos con boyas barrilete, chupetonas y satélite de tamaño mediano a grande; las bajadas iban de los 10 a los 30 centímetros. Aquí salieron apenas 5 pejerreyes de no más de 25 centímetros y los piques se hacían esperar entre lance y lance.






Cómo veíamos que en otras embarcaciones la suerte acompañaba a los pescadores, nos acercamos para ver qué ocurría. Allí una importante lengua de aceite nos confirmó lo que veníamos sospechando: para asegurar una buena cosecha en el centro de la laguna es recomendable cebar la zona para poder atraer a los peces.
Como no teníamos con qué cebar (en realidad no somos muy partidarios de la ceba en este tipo de espejos), decidimos modificar radicalmente la estrategia y pusimos proa hacia los juncales de “Tranquera blanca”...y la historia comenzó a cambiar...

¡Aguante los juncales!

Nos acercábamos al mediodía y la cosa no pintaba nada bien para el equipo de Ni un pique: de los seis, sólo tres habían sacado algo, y para colmo los tamaños de las piezas no entusiasmaban demasiado. Pero llegamos a los juncos y la mano cambió sustancialmente.

Ubicamos las dos embarcaciones en un callejón formado entre los juncos de la costa y juncal enclavado a unos 50 metros. Ricardo fue el primero en tirar la línea y en menos de 30 segundos clavó un lindo ejemplar de 40 centímetros. A partir de allí cambió la suerte para el equipo y los piques se sucedieron uno tras otro.
Gonzalo estaba como poseído y en menos de una hora logró media docena de pejerreyes. Mientras tanto, Gustavo daba cátedra desde el “Amanecer” clavando casi todo lo que se le cruzaba.

Dejalo comer
Hasta aquí parece que todo marchó 10 puntos, pero sin embargo, algunos miembros del grupo llegaron a La Plata con las heladeras casi vacías, a tal punto que bien les hubiera alcanzado con un tupperware para traer los pocos pescados que sacaron. ¿Qué pasó?
La concusión a la que arribamos fue que los pejes de La Salada nos exigen un poco de paciencia al momento de intentar la clavada. Aunque nos dé la sensación de que el pez está picando con firmeza, siempre nos conviene esperar una segunda (y a veces una tercera) corrida de la boya.