lunes, 10 de septiembre de 2007

POCO PIQUE Y MUCHA NIEBLA EN EL RÍO DE LA PLATA

No podíamos dejar que pase la temporada del peje sin visitar nuestro Río de La Plata. Por eso, el equipo de Ni un pique –con Martín Nicolás como nuevo socio adherente- llegó el sábado 1º de septiembre al Náutico de Ensenada, donde nos esperaba nuestro guía Claudio con su “Güífalo”, una traker para seis personas de lo más cómoda. (tel: 15-536-8867).


Pero como todos sabemos, el río tiene esas cosas...y esta vez a nosotros nos tocó niebla. Y ojo que no hablamos de una niebla así nomás, pues la muy turra nos acompañó durante toda la jornada de pesca sin el más mínimo interés por disiparse. Con el puerto cerrado, pusimos proa hacia el Club Regatas y aprovechamos la marea alta para entrarle al Río por el canal.

Lógicamente, la intención del equipo era llegar hasta la boya Hilton, ya que teníamos el dato de que allí la pesca se estaba dando muy bien. Pero las condiciones climáticas nos impidieron alejarnos más allá de los 3 mil metros de la costa. La visibilidad no llegaba ni siquiera a los cien metros y, como se imaginarán, no estábamos dispuestos al riesgo de chocar con ninguna embarcación a 10 mil metros río adentro.


El primer garete comenzó cuando el GPS nos cantó que ya habíamos entrado unos 3,2 kilómetros. Tiramos las dos anclas de capa, dos botellas de ceba, y arrancó la pesca. Los aparejos estaban armados con boyas chupetonas grandes de poliuretano, zanahorias y boyones con palito. Los colores fueron desde el verde limón hasta el naranja fluorescente, y los anzuelos en todos los casos fueron 1/0. Haciendo caso a los consejos algunos amigos pescadores, optamos por la mojarra mediana salada para tentar a los matungos de la zona.

Cerca de las 10 de la mañana, a poco de comenzada la jornada Gonzalo clavó lo que hasta ese momento era no sólo el primer pejerrey, sino además el primer pique de la mañana. Como casi todas las piezas que sacamos ese día, se trató de un pescado gordo, bien alimentado y peleador, que rozó los 40 centímetros.
Al rato, Gustavo levantó un par de piezas más y al toque se anotaron Martín y Sergito, también con lindos y peleadores matungos. Hay que destacar que las flechas de plata de esta zona nos regalan una experiencia fascinante cada vez que muerden el anzuelo y arrancan unas corridas furiosas. En más de una oportunidad, esa corrida fue acompañada por un salto sobre la superficie del agua...impagable!!!

Luego de dos horas de un garete que nos dejó a 900 metros de la costa, decidimos arrancar nuevamente el motor para alejarnos de tierra firme y buscar mejor suerte. Y el que la tuvo, y bien grande, fue el Richar, con un tremendo peje de más de 50 centímetros. Pero lamentablemente el pique siguió siendo muy esporádico y siempre bien lejos de la embarcación, cosa que complicaba la efectividad dada la escasa visibilidad.
Cansados de la niebla, y hasta un poco húmedos, ya que de vez en cuando la niebla se trasformaba en bruma, decidimos dar por terminada la jornada cerca de las 15.30.
Nos llevamos de recuerdo unos 15 pescados de los buenos y la seguridad de que con mejores condiciones climáticas la cosa hubiera funcionado mucho mejor.
La sorpresa mayor la encontramos de regreso al Náutico de Ensenada, donde no había ni una gota de niebla y el sol brillaba como pocas veces lo hace para esta época del año. En fin...hubo mala suerte, pero otra vez será.